No sé si estos trenes seguirán ahí, oxidándose en una especie de basurero improvisado a la entrada del Barrio Chino de la Habana. La foto la hice en el 2009.

martes, 14 de septiembre de 2010

LA VIDA DE NOS-OTROS.

Hoy he recibido este correo de mi madre. Hace unos días le había pedido que me contara sus recuerdos de mi nacimiento y hoy me ha sorprendido con este regalo. Me he emocionado tanto que quisiera compartirlo con todos. Por supuesto que ella no se imagina que yo publicaría su correo, así que ¡guárdenme el secreto!.


Al fin llegó el día 14 de septiembre! Quisiera estar contigo ahí para celebrar las dos juntas. Te podrás imaginar 35 años atrás la que pasamos las dos, tú por salir y yo porque salieras. Cuando llegaste, lo único que pregunté fue si estabas sana y completa, lo demás no me interesaba, pero cuando te pusieron al lado mío lo único que pude decir fue ¡QUÉ LINDA!. Tu padre afuera esperando, aunque él te vió primero que yo por la osadía de una alumna de medicina (que fue primero alumna de los dos) y que casi le cuesta el título por haber salido, loca de contenta, a enseñar a Mirtica y ahí se quedó tu nombre (Me acota tu padre que abuela Modesta estaba junto a él y por supuesto abuelo Ismael se quedó en casa sentado en un sillón con una mano pasándose por la frente, la otra en el corazón y los ojos cerrados en una oración). Nunca se me olvidará que tenías, entre ceja y ceja, un rojo muy grande que todos pensaban que era un lunar de sangre, tan temido porque afea al que lo tenga, pero a mí eso no me interesaba: estabas ahí sanita y mirándome sin ver, pero yo me hacía la idea de que me mirabas. Luego el tal lunar fue la marca de tener la mano apoyada ahí parece que por mucho tiempo.

De Maternidad te cuento que la sala estaba abarrotada de mujeres paridas con sus pequeños y hasta en los pasillos había que poner camas. En el caso tuyo, la cunita estaba en el pasillo que conducía a los baños y a los desperdicios de tantas mujeres y niños recién nacidos. En una palabra, asqueroso. Todos los depósitos pasaban por encima de tu cunita porque estaba situada de tal forma que había que levantar y pasar los cubos y cubetas por encima y yo, aterrorizada, te cubría la cuna con una colcha pero eso no bastaba. Entonces llamé a Manolo y le dije que me quería ir, figúrate yo casi acabada de dar a luz, y aún así me levanté y cuando pasó la visita del médico pedí el alta. Pensé que era salir y ya, pero no, estaba equivocada, después que tenía preparadas todas mis cosas, me dicen que antes de irme tenía que recoger todo lo que me habían dado (sábanas, almohada, colcha, toallas, etc) llevarlo a la administración y entregarlo personalmente. Con lo débil que estaba cargué con el bulto y cuando estaba por el pasillo, el mundo se me fue y me dió una fatiga. Por unos instantes perdí el conocimiento, pero en el ajetreo de Maternidad nadie se dio cuenta. Cuando pasé el desmayo, no dije nada y seguí camino a la Administración. Figúrate, ya yo tenía el alta y para atrás no podía, ni quería volver, así que me fui. Por suerte cuando llegué a casa todo cambió y bastó para sentirme bien. Ahí está la foto cuando fui a enseñarte a Mari y a Berta.

Del parto, te cuento que fue difícil y se me presentó algo que después yo intenté averiguar pero nadie me lo dijo. El médico, ignoro la causa, se asustó mucho y mandó a preparar urgentemente el salón cuando ya yo estaba en la cama de parto. Pero yo había comido (me regañó mucho por ello), porque yo había estado todo el día allí y estaba muerta de hambre. Me preguntó por el grupo sanguíneo y le contesté que O +, y se asustó y me mandó a sacar inmediatamente la muestra. Recuerdo que se llevó las manos a la cabeza como si no supiera qué hacer: yo, entre dolores y asustada, pensé que no saldríamos con vida de allí. Entonces, alguien me empezó a empujar la barriga desde el esternón y con una fuerza que saqué no sé de dónde y a petición de que pujara -que yo no supe de pujos pues ni los sentí- entonces saliste tú normal, sin problemas. El médico dijo que en cantidad de años que llevaba trabajando (el se graduó en los primeros años de revolución) nunca se le había presentado un parto así y dijo los términos científicos que yo no grabé.

Después de esto a ti te llevaron para la sala neonatal para hacerte el reconocimiento general de tu estado y de 10 puntos te evaluaron con 9 y pico largo, (mira a ver en la tarjeta que te pusieron en la mano y que tú te llevaste, si están lo puntos) Al otro día por la mañana, te pusieron en la cunita al lado mío para que te empezara a cuidar y después vinieron a bañarte y todo normal.
De chiquitica no tuviste complicación. Eras extreñida al extremo, para hacer la caquita te teníamos que poner un pedacito de supositorio y siempre hacías la caca fuera del pañal y nunca tuve que lavar pañales con caca. Eso sí, siempre regurgitabas el alimento. Yo te daba de mamar y podía tenerte en mis brazos sacándote el aire como se hace siempre como una hora y cuando te ponía en la cama, venían los buches y te quedabas ahogadita, por eso es que tuvimos que buscar una cunita del tamaño más chiquito que cabía por las puertas y lo mismo estabas en la cocina que en el portal porque no se te podía dejar sola.
Varias veces tuve que salir corriendo, pues se te iba algún buche y te quedabas como aturdida. Llamaba a Mari [una vecina médico] y venía corriendo por la escalera de atrás y te zarandeaba o te colgaba de los pies. Un día estabas completamente ahogada, morada ya, y cuando te miro bien, me doy cuenta de que la cadena del tete te tiraba del cuellito; era que te habías tragado el chupete y te obstruía la respiración. Halé con fuerzas la cadena sin pensar si te haría daño y pudiste coger aire.

Del cunero me acuerdo que el mosquiterito que te puse , te lo tuve que quitar pues con los bracitos en alto lo agarrabas y te lo llevabas a la boca, cosa no común.
De niña cuando empezaste a hablar, cuando papi te cuidaba, no sé a quién le oiste decir "coño" y lo repetías todo el tiempo, entonces papi le puso a tu muñeco preferido "Antonio" para que te olvidaras de la palabra.

Mamaste los tres primeros meses y me acuerdo que cuando empecé a trabajar, porque ya se me había vencido la licencia, a veces estaba dando clases y se me derramaba la leche y tenía que ir corriendo a darte de mamar; por suerte yo estaba cerca, en la Tomás Orlando Díaz y eso era en enero. Después más grandecita tus juguetes en la cuna eran mis libros y mi mano para tranquilizarte pues siempre tenía que estudiar o preparar clases, y para poder hacer las dos cosas, no me quedaba otra opción que hacer esto. Hasta que cuando tuviste un año yo pasé a dar clases en la escuela nocturna y estaba todo el día en casa, así te podía atender y cuando me iba se quedaba tu padre al cuidado.

Recordando, abuelo siempre te dormía en el portal al solecito, te pasaba el dedo por el entrecejo y enseguida te quedabas dormidita. También te mecíamos en el columpio y yo te hablaba todo el tiempo porque me habían dicho que desarrollaba la mente; no importa que no entendieras, pero te quedabas tranquilita, embelesada. Quizás por eso te encantó siempre el columpio. Pasabas casi todo el día en él, y ahí desarrollabas tus fantasías, pintabas, garabateabas y decías que habías escrito poesías para mamá y otros.
Bueno, ya se me acabó la musa. Le pedí a tu padre que te escribiera él también; a ver si te complace.
No te he podido mandar las fotos que me pediste porque las pilas recargables son muy viejas y se descargan muy rápido. Cuando puedas, mándame otras. Acuérdate de la dieta del vinagre de manzana que a mí me está funcionando.
Y no trabajes mucho hoy, pásatelo en grande.
Te queremos mucho, mucho, mucho,
MIMA Y PIPO